martes, 21 de mayo de 2013

La Inteligencia Emocional es un concepto acuñado por Daniel Goleman a mitad de los años 90, que adquirió una enorme popularidad dentro de la psicología y fuera de ella. Grosso modo habla de competencias y habilidades de la persona para identificar, comprender y controlar las emociones. Estas habilidades o competencia emocionales son las responsables de éxito en muchos aspectos de la vida: salud mental, autocontrol, capacidad de liderazgo, de trabajo en equipo, de relacionarse con los demás En la actualidad son muy valoradas en el mundo de la empresa, sobre todo en EEUU, donde un estudio afirma que 55 de las 6 competencias más valoradas por los responsables de recursos humanos son de esta índole. Hemos hablado de este asunto con los psicólogos Pilar Varela, de RTVE; Luis Aguado, de la UCM y Juan Luis Castejón, de la Universidad de Alicante. Asistimos también a un taller básico de regulación emocional en la UMA, con las profesoras Raquel palomera de la Universidad de Cantabria y las investigadoras Desiree Ruiz y Rosario Cabello.
En el siguiente enlace podemos ver un video relacionado con el tema:http://www.youtube.com/watch?v=ds03KExhsh0

jueves, 16 de mayo de 2013

Felicidad y voluntad.

Va por ustedes

Bueno, ¡ya nos queda menos para terminar! queridos alumnos de 2º de bachillerato. Hemos compartido muy buenos momentos, momentos de inspiración, de creación. Habéis creado vuestros blogs, habéis aprendido y me habéis hecho aprender otras tantas cosas,todos nos hemos enriquecido al compartir nuestro conocimiento. Todo lo que creéis es una obra de arte, ha nacido de vosotros, es lo que alimenta vuestro ser, seguid creando en todo lo que podáis, así creceréis. Os deseo lo mejor en la vida, seguid creciendo vidas. Un abrazo fuerte para todos vosotros.

jueves, 2 de mayo de 2013

Expresiones de la cara según nuestro estado de ánimo


La función principal de la cara en el lenguaje corporal es la expresión de las emociones; aunque otras partes del cuerpo también contribuyen al uso que hacemos del lenguaje corporal, por lo que no debemos creer que un mensaje es claro y exclusivamente transmitido por una única parte del cuerpo



 La gama de expresiones es muy amplia, pero hay un número limitado de emociones que la mayoría de nosotros puede reconocer con cierta fiabilidad.
Paul Ekman y Wallace Friesen, han descubierto que hay 6 expresiones faciales principales:



Las sonrisas

Ligeras, normales, amplias. Se suelen emplear como gesto de saludo, para expresar diversos grados de placer, regocijo, alegría, felicidad. Incluso los niños ciegos de nacimiento sonríen cuando algo les agrada. Se caracterizan por ser lindas y alegres. Las sonrisas también se pueden utilizar para enmascarar otras emociones:
  • Sonreír para ocultar decepción.
  • Sonreír como respuesta de sumisión.
  • Sonreír para hacer que las situaciones de tensión sean más llevaderas.
  • Sonreír para atraer la sonrisa de los demás.
  • Sonreír para relajar la tensión.
  • Sonreír para ocultar miedo.

La tristeza, la decepción y la depresión

Se distinguen por falta de expresión y por rasgos como: inclinación descendente de las comisuras de la boca, mirada baja y decaimiento general de las facciones. Normalmente estas emociones están acompañadas por un bajo volumen de la voz o una forma de hablar más lenta.
Aunque en la mayoría de las ocasiones no se distinguen muy bien una de otra, hay otros factores corporales que nos dan la seguridad de conocer cual Emoción es la que se está efectuando como:
TRISTEZA: 1)Cejas ligeramente inclinadas hacia las orejas formando un Semi arco.
         2)Hombros regularmente decaídos.
         3)Inclinación de las comisuras a un 45% de su rengo normal
         4)Manos juntas y boca Abajo.
 
DECEPCIÓN: 1)Cejas no totalmente inclinadas

          2)Mirada retraída, y hacia abajo, (por lo regular hacia la izquierda)
          3)Hombros ligeramente caídos y con las manos a los costados del cuerpo.
          
DEPRESIÓN: 1)Cejas normalmente inclinadas

          2)Inclinación de las comisuras ligeramente descendente
          3)Hombros totalmente caídos
          4)Piernas y o Muslos paralelos uno al otro.
 
Pero hay que recordar que cada emoción es diferente con forme a cada individuo. No todos demuestran las mismas facciones.

La aversión/el desprecio

Se expresan con encogimiento de los ojos y fruncimiento de la boca. La nariz suele estar arrugada y la cabeza vuelta de lado para evitar tener que mirar la causa de tal reacción. Es la única expresión facial que se da en solo una parte del rostro es decir en la mitad de el mismo . Un extremo del labio superior se levanta mientras el lado opuesto queda en su posición original.

La ira

Suele estar caracterizada por: mirada fija hacia la causa de la ofensa, boca cerrada y dientes fuertemente apretados, ojos y cejas ligeramente inclinados para expresar enfado. Las manos cerradas haciendo presión y conteniendo el sentimiento, también puede verse en una situación de ira.

El miedo

No tiene una única forma de expresión que revele su presencia. Puede ponerse de manifiesto a través de unos ojos muy abiertos, por la boca abierta o por un temblor generalizado que afecta a la cara y al resto del cuerpo.

El interés

A menudo se detecta por lo que se denomina ”cabeza de pájaro”, es decir, la cabeza se inclina un determinado ángulo hacia el sujeto de interés. Otros rasgos son: ojos más abiertos de lo normal y boca ligeramente abierta.
Otro aspecto a tener en cuenta es hasta que punto intervienen los complementos en los mensajes no verbales. Debido a que los complementos cambian nuestro aspecto, hemos de tener en cuenta sus efectos sobre la percepción que los demás tienen de nosotros. De esto se puede deducir que no siempre transmitimos los mensajes no verbales que intentamos enviar. Cuanto más conscientes seamos de estas dificultades del lenguaje corporal, sin palabras, mejor podremos utilizarlo.


miércoles, 24 de abril de 2013

El Desafío de Aristóteles





El Desafío de Aristóteles: " Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno,con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo."

martes, 9 de abril de 2013

1. ¿PARA QUÉ SIRVEN LAS EMOCIONES?

Ahora, los últimos momentos de las vidas de Gary y Mary Jane Chauncey, un matrimonio
completamente entregado a Andrea, su hija de once años, a quien una parálisis cerebral terminó
confinando a una silla de ruedas. Los Chauncey viajaban en el tren anfibio que se precipitó a un río de la
región pantanosa de Louisiana después de que una barcaza chocara contra el puente del ferrocarril y lo
semidestruyera. Pensando exclusivamente en su hija Andrea, el matrimonio hizo todo lo posible por salvarla
mientras el tren iba sumergiéndose en el agua y se las arreglaron, de algún modo, para sacarla a través de
una ventanilla y ponerla a salvo en manos del equipo de rescate. Instantes después, el vagón terminó
sumergiéndose en las profundidades y ambos perecieron. La historia de Andrea, la historia de unos padres
cuyo postrero acto de heroísmo fue el de garantizar la supervivencia de su hija, refleja unos instantes de un
valor casi épico. No cabe la menor duda de que este tipo de episodios se habrá repetido en innumerables
ocasiones a lo largo de la prehistoria y la historia de la humanidad, por no mencionar las veces que habrá
ocurrido algo similar en el dilatado curso de la evolución. Desde el punto de vista de la biología
evolucionista, la autoinmolación parental está al servicio del «éxito reproductivo» que supone transmitir los
genes a las generaciones futuras, pero considerado desde la perspectiva de unos padres que deben tomar
una decisión desesperada en una situación limite, no existe más motivación que el amor.
Este ejemplar acto de heroísmo parental, que nos permite comprender el poder y el objetivo de las
emociones, constituye un testimonio claro del papel desempeñado por el amor altruista —y por cualquier
otra emoción que sintamos— en la vida de los seres humanos. De hecho, nuestros sentimientos, nuestras
aspiraciones y nuestros anhelos más profundos constituyen puntos de referencia ineludibles y nuestra
especie debe gran parte de su existencia a la decisiva influencia de las emociones en los asuntos humanos.
El poder de las emociones es extraordinario, sólo un amor poderoso —la urgencia por salvar al hijo amado,
por ejemplo— puede llevar a unos padres a ir más allá de su propio instinto de supervivencia individual.
Desde el punto de vista del intelecto, se trata de un sacrificio indiscutiblemente irracional pero, visto desde
el corazón, constituye la única elección posible.
Cuando los sociobiólogos buscan una explicación al relevante papel que la evolución ha asignado a
las emociones en el psiquismo humano, no dudan en destacar la preponderancia del corazón sobre la
cabeza en los momentos realmente cruciales. Son las emociones —afirman— las que nos permiten afrontar
situaciones demasiado difíciles —el riesgo, las pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de un
objetivo a pesar de las frustraciones, la relación de pareja, la creación de una familia, etcétera— como para
ser resueltas exclusivamente con el intelecto. Cada emoción nos predispone de un modo diferente a la
acción; cada una de ellas nos señala una dirección que, en el pasado, permitió resolver adecuadamente los
innumerables desafíos a que se ha visto sometida la existencia humana. En este sentido, nuestro bagaje
emocional tiene un extraordinario valor de supervivencia y esta importancia se ve confirmada por el hecho
de que las emociones han terminado integrándose en el sistema nervioso en forma de tendencias innatas y
automáticas de nuestro corazón.
Cualquier concepción de la naturaleza humana que soslaye el poder de las emociones pecará de una
lamentable miopía. De hecho, a la luz de las recientes pruebas que nos ofrece la ciencia sobre el papel
desempeñado por las emociones en nuestra vida, hasta el mismo término homo sapiens —la especie
pensante— resulta un tanto equivoco. Todos sabemos por experiencia propia que nuestras decisiones y
nuestras acciones dependen tanto —y a veces más— de nuestros sentimientos como de nuestros
pensamientos. Hemos sobrevalorado la importancia de los aspectos puramente racionales (de todo lo que
mide el CI) para la existencia humana pero, para bien o para mal, en aquellos momentos en que nos vemos
arrastrados por las emociones, nuestra inteligencia se ve francamente desbordada.